jueves, agosto 11, 2005

Este es el diario de Niña Jonas

Este es el diario de Niña Jonás (1)

Esta mañana, a eso de las nueve, me he despertado y me he masturbado. Después me he vuelto a dormir hasta que ha sonado el radiodespertador, a las diez en punto.
Después de un rato abre-ojos, cierra-ojos me desperezo y me estiro. A continuación me levanté, me di una duchita con la radio puesta y desayuné cereales, dátiles y zumo de naranja. Y leche de soja.
Llamaron a la puerta y abrí. Era el cartero con un paquete. Lo abrí y era un vinilo edición especial de Marilyn Manson, con una foto dedicada y una firma falsa.
No tengo ni puta idea de quién lo manda, pero salto y boto y grito de alegría con tanta fuerza que me tuerzo el pie y me hago un esguince. Llamo a un taxi y me planto en urgencias donde me atienden después de casi tres horas. Me arrepiento de no haberme llevado lectura. Leo el Mercado de la Sierra Noroeste que alguien dejó sobre la silla de la sala de espera. Pienso en comprarme el conjunto de lencería que sale anunciado en la sección De Compras aunque sé que al final no me lo voy a comprar.
No me hacen una radiografía y me vendan el pie sin más. Reposo absoluto. Y unos cojones, ahí voy a estar.
Llamo a un taxi y me arruino y me lleva a casa. Me duele y me tomo una aspirina con Aquarius.
Llaman a la puerta y es el cartero (una chica) con un paquete. Firmo y lo abro y es una camiseta de Marilyn Manson con la foto de la promoción de la gira americana Against all gods. También hay en el paquete una foto de Manson comiendo cereales y una firma fotocopiada.
Sólo grito de alegría porque saltar no puedo y dan golpes en la pared de al lado. Yo también golpeo la pared y sigo gritando. Que se jodan.
Intento poner el vinilo pero el tocadiscos no tiene aguja, así que me pongo la camiseta y voy dando saltitos a la pata coja hasta la cocina y me como un plátano.
Llaman a la puerta y el corazón se me pone a mil pero no hay paquete nuevo; se ha equivocado la muy hija de la grandísima puta. No, aquí no es. No, no sé dónde es, so zorra.
Pongo la tele, sale Ana Rosa y quito el volumen y miro las fotos dedicadas: Para Niña Jonás, me muero por conocerte y bla bla bla… Marilyn Manson. Me pregunto quién le habrá dado mi dirección o en su defecto quién me estará tomando el pelo.
Llaman a la puerta y me acerco dando los consabidos saltitos a la pata coja, y cómo me duele, coño.
Abro la puerta y es Marilyn Manson comiéndose un plátano. Le pido que pase con gestos ya que me he quedado sin habla y cuando la recupero le pido perdón por el desorden y él me perdona.
Me dice en un perfecto inglés americano que si le puedo dar un vaso de agua mineral ya que el plátano le ha dado mucha sed, y le digo que lo siento, que agua mineral no tengo, sólo del grifo, que también tengo absenta y leche de soja, o que si lo prefiere le puedo preparar un zumo de naranja y mandarina.
Dice que le parece bien lo del zumo, pero sólo de naranja porque las mandarinas le dan alergia, al igual que los plátanos. Entonces le pregunto que por qué se comió un plátano si le dan alergia y me dice que porque le gustan mucho.
Se da cuenta de que tengo un esguince y me dice que no me preocupe, que ya se prepara el zumo él mismo. Al principio no entiendo lo que ha dicho porque no domino el inglés americano, pero enseguida lo interpreto, y le digo que como quiera y le acompaño a la cocina para indicarle dónde está el exprimidor.
Le digo que casualmente esa misma mañana alguien me ha enviado dos paquetes con el vinilo y la camiseta y las fotos dedicadas, y me dice que si soy idiota o qué, que me los ha enviado él. Le digo que no hace falta ser tan borde, y que si pensaba venir por qué no me ha dado él los paquetes personalmente, y me dice que no le gusta llevar bultos encima porque siempre se le olvidan en los bares o en el autobús, y yo ya empiezo a pensar que me está tomando el pelo, porque dudo que Marilyn Manson vaya en autobús a ninguna parte, seguro que siempre se desplaza en limusina. Tengo el impulso de asomarme por la ventana para ver si está la limusina, pero mi ventana no da a la calle, sino a un jardín, así que ni me molesto.
Como está tardando mucho en prepararse el zumo y el pie me duele a rabiar, le digo que si me disculpa le espero sentada en el sofá del salón, y él muy amable me disculpa.
Se sienta por fin conmigo en el sofá y se bebe el zumo de un trago; tarda alrededor de tres segundos en acabárselo, con lo que ha tardado en hacérselo, me da un poco de pena, pero a él no parece darle pena, debe de estar acostumbrado a perder el tiempo con esto de los zumos, y me pregunta que si me puede ver el esguince. Le digo que sí, que el esguince y lo que quiera. Y me quita la venda y me habla de unos masajes muy buenos para los esguinces, con los que se te coloca el astrágalo, o algo así, y le digo que me parece muy bien y que si puede hacérmelo, pero me comunica que él no conoce exactamente el método, que le da miedo estropeármelo más, pero que si quiero me echa un polvo.
Yo al principio no sé qué responder, porque me pilla de sorpresa, y además estaba con el diccionario buscando astrágalo cuando me dijo lo de follar, así que me imagino que se me puso cara de idiota.
Le dije que no sabía si quería follar con él, (en realidad sí que quería, pero me daba vergüenza, así tan de repente y con el esguince, tenía miedo de parecer torpe)
Él debió de darse cuenta y me dijo que no necesitaba el pie para follar, ya que él era muy fuerte, y me pregunto yo, qué tendrá que ver lo de ser fuerte con mi pie y el esguince, pero aún así le dije que sí, que lo entendía.
En ese momento llamaron a la puerta, y me miró con el ojo raro y me dijo que él ya no me había enviado ningún otro paquete. En ese momento me di cuenta de que no llevaba los dientes metálicos, claro, si los hubiera llevado ya me habría percatado. Todo esto lo pensé muy rápido y Marilyn Manson, muy amable, se ofreció a abrir él la puerta, por lo de mi pie.
Era el cartero con un paquete. Lo abrí y era un coche de bomberos con una miniatura de Robert Smith al volante y una foto dedicada.
Creo que fue en ese momento cuando me atraganté con mi saliva, porque no pude evitar pensar en lo extraño que resultaría aquel menage a trois.

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